Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

martes, 27 de junio de 2017

Crónica de un muerto.


Íbamos en un barco, yo era el segundo de a bordo. El capitán era una persona muy experimentada y que sabía mucho sobre como manejar un barco y muchas situaciones, yo le tenia una gran admiración. La tripulación son buena gente, amigos míos y con los que me llevo muy bien. De repente una niebla espesa, oscuridad y una terrible tormenta, lloviendo y tronando y en el horizonte se ve un barco muy grande y poderoso, viene a por nosotros.
Nos ataca desde no sabemos donde y todo es un caos, muere el capitán y varios tripulantes. Yo hago de capitán entonces, pero no tengo el conocimiento, la sabiduría y la experiencia del capitán. Intento hacer un cambio de dirección, echar el ancha, hacer algo pero todo es inútil

Fuimos arrastrados al fondo del mar, el barco se desintegra, no teníamos problemas de respiración aunque cuesta. El mayor problema es que éramos unos pasajeros arrastrados por el agua hacia el fondo mientras los tiburones se cebaban con nosotros. El número de muertos entre los nuestros aumentaban, muchos los vi como flotando.
Los tiburones consiguen darme varias veces y morderme pero yo sigo aguantando. Son momentos de mucha confusión y mucho miedo, ver como se mueren tus compañeros mientras eres arrastrado hacia algún lado por el agua.
Llegamos a lo que se supone que era el barco que nos había atacado, hundido y la gran mayoría matado.

Fuimos cuatro los supervivientes de nuestro barco, yo en ausencia del capitán ejercí su puesto por ser el segundo. Busqué al capitán del barco donde nos encontrábamos, aunque seguíamos debajo del mar pero como si no lo estuviéramos. Recuerdo ver a un hombre con cicatrices, y preguntarle tú eres el capitán? Me respondió con algo que yo no entiendo, no porque no hablara nuestro idioma sino por que básicamente estaba medio sordo. Pero eres el capitán? Le pregunté dos veces más aunque no me entero de su respuesta, a la tercera se enfadó y yo le dije que es que no me entero mucho. Nos llevó a mí y a mis compañeros al capitán que estaba echándose una cerveza, aunque se estaba quejando porque estaba caliente. Yo le miraba con desprecio, había arrasado mi barco y matado a la mayoría de mis tripulantes, aunque me quería portar bien porque estábamos en su barco y podían hacernos ceniza cuando quisieran. Lo vi quejarse por la cerveza caliente y le dije "Eso no es nada, ya verás los problemas que tendrás" medio amenazándole pero sin embargo sonríe, como si le hubiera dicho una tontería, que en realidad lo era.

Recuerdo despertarme en un parque, pero era muy oscuro y frío, parecía otro mundo. ¿Dónde estaba el barco? ¿y ese capitán? ¿Donde estábamos nosotros, acompañados de otros cuantos infelices? Vemos a unas mujeres venir y la gente que me acompañaba sale corriendo, yo no, veo que una de ellas es ella, Endara, aunque tiene el pelo naranja y diferente cara, yo pensé que era ella, seguro, y me acerqué. Abrió la boca y dejó ver unos colmillos mas grandes que mis dedos, y yo no tardé en salir corriendo. Recuerdo ir por el barro, con un amigo aunque no era de mis tripulantes. Llegamos al kiosco del parque, donde había mas mujeres diabólicas con su hombre, yo salí corriendo y fui hacia ningún lugar.

Llegué a un sitio menos oscuro, hacía sol y eran campos de césped mojado donde había muchas pelotas de tenis. Yo me pongo a correr pengándole patadas, me divertía. Incluso en un momento pareció que volvía al kioso del parque donde había gente, alguna me sonaba verla en barco que nos hundió. También había mujeres, allí sentadas pero quietas como estatuas. Recuerdo darle a uno en la cabeza con una pelota, yo le dije lo siento, me respondió que no pasaba nada pero por qué le había dado? Le respondí que quería tirarla a otro lado pero que era malísimo y se me desvió, me dijo vale. Me sonrió y levantó la mano, como un saludo militar. Yo seguía pegándole patadas a las pelotas de tenis mientras corría a ningún lugar, a lo Forest Gump.

Dudo de la existencia de estos escritos y del hecho de haberlos escritos porque creo que estoy muerto.

Asocio este lugar con el cielo, porque aunque sin saber como, ni cuando me he muerto, la armonía, la paz, la tranquilidad y la luminosidad de aquel lugar era totalmente contraria al sitio de dónde venía, todo oscuro, atrapado y castigado por el capitán del barco que nos atacó, en un mundo de dónde solo pude escapar con la muerte.

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