Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Una visita indeseada.

Aquella era noche normal, como otra cualquiera. Me había quedado estudiando hasta tarde, rondaba ya el comienzo de la madrugada. Estaba solo en el piso, mucho silencio que a veces era interrumpido por algún ruido de los vecinos, o de la calle, que en aquellas horas eran poco frecuentes. Había escuchado muchas historias sobre fantasmas, era fan de aquellos locutores de radio que contaban lo que nadie cuenta. Fenómeno, llamemos le "fantasma" que ocurre, existe... que no tiene ninguna explicación... ¿alucinaciones? ¿fallos del cerebro? ¿Por qué no? Si somos capaces de crear mundos totalmente diferentes por las noches en los sueños... otros defienden que son seres de otra dimensión, ¿de los muertos? No lo sé, pero el fenómeno ocurre, voces en el silencio, personas que te miran, sombras que se mueven, figuras grandes alargadas con los brazos desproporcionados... aquellos denominados visitantes de dormitorio... Había escuchado millones de historias, y ninguna de ellas estaba en mis pensamientos aquella noche. 


Ya era tarde, estaba cansado del largo día de estudio, estaba incluso nervioso por aquellos exámenes parciales que todavía que quedaban por hacer. Solo quería acostarme, dormir, descansar... Aquella noche me puse unos pantaloncillos finos, y una vieja camiseta a modo de pijama, a pesar de que no hacía tanto frío como se debería de esperar en aquella época del año. Me puse a gusto, abracé como todas las noches a la mas delgada de mis dos almohadas, una costumbre de hace ya varios años, cerré los ojos y allí estaba... se escuchaba, con el silencio de fondo... ¿un fantasma? ojalá lo fuera...

Volvía a escucharse. Me empezaron a arder las manos, me empezó a picar todo el cuerpo. El rato horrible de pesadilla acababa de comenzar. Me inquietaba mucho, como un acto reflejo, sin querer hacerlo, me rascaba las manos que me ardían, primero una, después la otra, pero me ardían mas todavía. Intenté tranquilizarme, calmarme... volví a cerrar los ojos, volví a abrazar a aquella fea, por qué no decirlo, almohada. Apretaba la otra almohada con mi puño, que se quedó casi por debajo de mi cabeza... la oscuridad, el silencio... parecía que la tranquilidad había vuelto. Intenté pensar en otras cosas, para desviar la atención de mis manos, que me ardían. "¿Querrá ella salir conmigo?, ¿Será el momento adecuado?, ¿Funcionará tan bien como dicen el nuevo coche del año que viene?, ¿que le pasa al equipo blanco para encadenar dos derrotas consecutivas?.."

Tras bostezar un par de veces, pensé que ya no había nada que me alterase otra vez. Silencio, tranquilidad, oscuridad y una persona con la necesidad vital, como cualquier otra, de dormir y descansar en aquellas horas de la noche. Cuando parecía que estaba llamando a la puerta que me introducía en el mundo fantástico de los sueños, allí estaba otra vez... ese sonido infernal, picores en todo el cuerpo y el ardor de las manos. No me dejaban dormir, parecía que me atacaban a través de la ropa y de la mente, parecía que ese simple sonido del aleteo de un mosquito me estuviera diciendo, "aquí estoy", como riéndose de mi. "...  y te voy a joder la noche y el día..." Me puse nervioso, muy nervioso. Me dieron ganas de pegarle un tiro con una escopeta de caza, de cortarle la cabeza con un hacha, o una espada, o de pegarle fuego con un lanzallamas...

Me quedé dormido a las 3 horas, me levanté con un dolor de cabeza insoportable y las picaduras en las manos, en la espalda y no recuerdo en qué mas sitios. Aquellos mosquitajos, que ya me los había encontrado meses antes, volvieron a convertirme en el protagonista de una pesadilla real... ¿fantasmas? ojalá lo fueran...


martes, 22 de agosto de 2017

Pensamientos de un niño.

Os voy a contar una cosa que me pasó un día en el cole. Sí, voy al cole y tengo 7 años. Era un día normal, soleado, sin mucho calor... se escuchaban a los pajaritos cantar, cuando salíamos al patio, como un día cualquiera, como siempre, en esta asignatura a la que decimos gisnasia, gimnasia... aunque sabemos que es educación física, ed.fisica, física no. El nombre es mu largo, así que gisnasia. La profesora, de gisnasia, nos caía a todos muy bien. En su asignatura hacíamos juegos, policías y ladrones era mi favorito, aunque los demás también, y en general, me gustan mucho los juegos de correr y sin balones, como este de policías y ladrones. Algunos de aquellos días, que salíamos al patio a jugar en gisnasia, educación física, mi abuelo, el del pan, pasaba por la calle que está al lado de mi cole. Se escuchaban el típico claxon de los coches que como el suyo, ayudaban a repartir el pan. Algunos de aquellos días en los que salíamos al patio y se escuchaba el claxon de mi abuelo, él se paraba y yo me asomaba a verlo, en un agujero que había entre los pinos que hay alrededor de todo el cole.

Un día de aquellos días que se escuchaba el claxon de mi abuelo, mientras la maestra nos explicaba el siguiente juego, mi cabeza se fue a otro lado, al sonido del claxon, desconectó de aquella clase y se fue a otro lugar. Cuando vuelve mi cabeza, la maestra estaba explicando que los niños que no atendían nunca iban a saber pensar. No lo dijo como regañando porque algún niño, no sé cuál, estaba un poco distraído, lo dijo normal, como explicando un juego, con su voz dulce y tranquila. El escalofrío me recorrió la columna vertebral al escuchar aquellas palabras. Yo no estaba atendiendo, me había perdido la explicación, por lo tanto nunca iba a poder pensar, nunca iba a saber pensar y nunca pensaría. Cuando lea esto, después de estudiar un poco de filosofía en el instituto, dentro de 10 años, me reiré pensando lo que hubiera pasado con mi existencia al no pensar, teniendo en mente, en el pensamiento, la frase célebre del filósofo aquel, que todos conocen y que dice eso de Pienso, luego existo. Pero esa es otra historia, a la que ya llegaré.

La voz silenciosa de mi cabeza, esa que no suena pero se oye, me dijo que estaba condenado a no saber pensar, porque en ese momento estaba distraído, porque me había perdido el secreto y la clave para poder pensar, como todos los demás. Esta idea me atormentaba por dentro. Yo quería pensar. Y ya antes de eso tenía muchas ganas de saber pensar, porque la gente hablaba de pensar, de pensamientos y me daban envidia.

Llegaba la noche y era mi momento favorito para poder conversar con la voz silenciosa de mi cabeza. Esa que cuando dice algo, la última vocal se alarga hasta el infinito. El silencio no existe para esta voz, ya que cuando termina de decir algo, la vocal sigue(eeeee...). Me llamaba la atención esto, incluso me hacía gracia. Cuando parará la vocal... me preguntaba. 

No quería una voz silenciosa en mi cabeza, yo quería pensar, como los demás, comos los mayores. Yo quería que alguien me enseñara a pensar, para poder decidir, para poder soñar... Nadie nunca me dijo, nadie me enseñó que aquella voz silenciosa, aquella que no suena pero se oye, que solo yo escuchaba, que en ocasiones era yo, era mi propia voz, con la que podía hablar en silencio, incluso imitar a los personajes de los dibujos animados, recordar sonidos, imágenes... nadie me dijo que aquello era pensar, yo quería algo más...

No os podéis imaginar lo mal que lo pasé pensando, sin saber que estaba pensando, que nunca jamás aprendería a pensar. En el futuro, cuando tenga 18 años, escribiré esta experiencia intentando pensar como lo hago ahora, como un niño.





domingo, 6 de agosto de 2017

La estación de metro.

Habíamos terminado de jugar aquel partido de fútbol. Veía pasar a compañeros y rivales, todos queriendo salir de aquel lugar. Yo iba solo, no tenía ganas de hablar con nadie. Llevaba puesta mi camiseta rosa de la Batalla de Porteros en la que participé en el año 2015. No sabía cómo había llegado allí. El lugar parecía ser un enorme centro comercial. Al salir del pabellón de deporte, me metí en una extraña tienda. Tampoco sabía en qué momento me había quitado la camiseta rosa, que llevaba en la mano, para ponerme una verde.

Confundido, empiezo a observar aquella tienda. En un lado tenían figurillas dentro de los cristales cerrados con llave. "¿Le gustarán a Endara?" pensé viendo los collares y las pulseras, para regalarle alguna, pero parecían sacadas de otro tiempo, parecían todas iguales, no me gustaron mucho. Figuras más grandes que las demás se encontraban en la esquina, eran santos y vigilaban el exterior.
En el otro lado había consultorios, grandes mesas blancas y personas vestidas con ropa blanca, o azul cielo muy claro, que hablaban y daban consejos a otras personas que iban a preguntar. En una de esas mesas había muchas almohadas, quería llevarme una porque no duermo bien por las noches, pero esa tienda no me daba buenas sensaciones. Al salir estaba Endara esperándome mientras se despedía de una amiga. Salimos de aquel edificio, centro comercial o lo que fuera aquello y me da mucha alegría ver el cielo lleno de nubes negras. "No me sorprende", pensaba Endara.

A pesar de las nubes negras y la falta de luz, los niños aún jugaban en la calle. Por un momento dejo a Endara que no solo llevara la carga de su mochila, sino también la mía, pero finalmente cojo yo las dos mochilas, que por cierto, pesaban muchísimo. Ya estábamos cerca de la nueva estación de metro que estaban haciendo en el pueblo. A nuestro lado iba caminando una extraña mujer, conduciendo un carrito de bebe y en silencio, mientras Endara, al ser de otro pueblo, se reía de mi porque no se creía lo del metro. "¿quién necesita un metro en el pueblo?". La mujer que iba a nuestro lado incluso se reía también de nuestra conversación.

Llegamos al fin, para asombro de Endara y de la extraña acompañante. Aquella entrada del metro era como la entrada a un parking subterráneo, una rampa para abajo y una gran verja, una gran creación del herrero. Una gran puerta que parecía de otro tiempo. Toda esta zona de la rampa y la puerta estaba inundada. El agua estancada, parecía ser también de otro tiempo. Estaba sucia y cubría toda la entrada y la gran puerta de rejas. A pesar de todo eso, el espíritu aventurero y la valentía de Endara hizo que esta se tirara al agua y traspasara la puerta. A mi me invadió el miedo, la veía a ella al otro lado de la puerta y detrás suya la oscuridad infinita. Casi llorando, le gritaba que saliera de allí, se lo pedía. Ella desde debajo del agua parecía reírse de mi, "vente" decía sonriendo. Yo seguía intentando hacer que saliera de allí, incluso le pido a la extraña mujer que veía la escena a mi lado, que le diga a Endara que saliera de allí, pero ignorando mi mensaje, sigue observando la escena con una media sonrisa.

A causa del caso que me hacen, me enfado, me voy de allí a paso ligero y con una rabia más que visible. Endara se da cuenta y sale de allí rápidamente, mientras yo me dirijo a la segunda entrada a la estación, ésta que no está inundada. Yo estaba observando la puerta, otra de rejas muy grande, cuando llega Endara sacudiéndose para quitarse los bichos que se le habían pegado en el agua. "No te tenías que haber metido en el agua, mira, por aquí también se puede entrar, aunque parece que ahora está cerrado". Me acerco a la puerta que hay en el lado derecho de la grande, ésta igual de alta pero más estrecha, se supone que es para las personas. Efectivamente, estaba cerrada. Pero en ese momento, la puerta grande se abre.

Le digo que no con la cabeza, mientras ella se acerca a la puerta. "No pasa nada" dice. Entro yo primero, ella detrás. La estación estaba abandonada, muy sucia, de otro tiempo, como un viejo proyecto fracasado, abandonado, olvidado. No había nadie, nada, un silencio sepulcral y una oscuridad sólida. Aquello estaba muy lejos de parecer una estación de metro, al menos una normal. En las vías había algo, ¿un tren?, y al igual que el resto de cosas, aquello estaba muy lejos de parecerse a un metro. La oscuridad de más adelante impedía ver la supuesta máquina, tan solo se veía la parte de abajo de un vagón. Nada de puertas, ni de asientos, tan solo las ruedas que tocaban las vías y una plataforma metálica donde poder sentarse. En lo que parecía una pizarra, que se veía a pesar de la escasa luz, ponía "Montaos". Ya era demasiado tarde para volver atrás. Montados, en la misma pizarra ya ponía otra cosa. "¿Estáis listos?". En ese momento la máquina arranca, se pone en marcha y coge mucha velocidad en apenas unos segundos mientras nos adentramos en la oscuridad. Los huesos se me congelan, el viaje hacía el mundo de las sombras, de la oscuridad, de otro tiempo quizá, acababa de comenzar.


sábado, 8 de julio de 2017

El futuro de Alonso.

Hace tres años me preguntaban por el futuro de Alonso. Aquel año era el quinto con Ferrari, y todos estábamos un poco hartos de la Scudería y de la mala suerte que nos hizo perder dos mundiales, 2010 y 2012. Yo respondí McLaren. Alonso tenía que irse a McLaren, a pesar de que no estaban en su mejor momento habían fichado a uno de los ingenieros de la época dorada de Red Bull, traían a Honda, un proyecto nuevo, diferente... a pesar del desastre del 2007 con Ron Dennis y Hamilton, esto tenía que ser diferente, McLaren le debía un mundial a Alonso, por lo menos. El que me preguntó se extrañó, ¿McLaren? Sí McLaren, Mercedes tiene sus pilotos, Red Bull también, de Ferrari había que irse, los Lotus estaban flojos, al igual que los Williams. Aquel año acerté. y Alonso se fue a McLaren, era lo más lógico.

Lógico era que Honda con el potencial que tiene hiciera un motor bueno, que McLaren con el potencial que tienen hicieran un coche bueno, y si desarrollaban bien la tecnología híbrida luchar por los últimos mundiales que se ha llevado Mercedes. En un mundo lógico Alonso estaría arriba. Pero esto es Fórmula 1. Nunca vas a ver al Real Madrid el 17 en la clasificación de la liga, pero aquí puedes ver a un McLaren arrastrándose y conseguir un noveno puesto que sabe a victoria en una carrera en la que terminan 13 coches (Bakú)... Dos puntos en 8 carreras entre los dos pilotos.

En este deporte puedes ser el que mejor en forma está, el más preparado, el mejor conduciendo, el más fuerte, física y mentalmente, y no tener nada. Hamilton decía sobre esto mismo que era lo que menos le gustaba de este deporte. Lo que está pasando en McLaren es la consecuencia de muchísimas horas de trabajo mal hecho, y en este caso, el mejor preparado, el que está en mejor forma, y el mejor es Alonso.

Aunque diga Niki Lauda que lo de McLaren se veía venir, yo creo que nadie se lo esperaba de esta forma. Y yo era el primero en defender a McLaren y a Honda, "ya vendrán las victorias, para eso están trabajando." Sin embargo la vinculación de Honda con el equipo de Woking está cerca de llegar a su fin. El motor que han construido está al nivel de los GP2, este año fórmula 2, otra categoría más pequeña. Se ha llegado a decir, tras el gran premio de Azerbaiyán que la falta de velocidad punta podría ser un peligro en las rectas para los demás pilotos. Sería como encontrarse a un coche en la autovía a 50 km/h cuando los demás van a 120.

Ahora las preguntas son varías. ¿Qué motor va a llevar McLaren el año que viene? ¿qué va a hacer Honda? ¿qué va a hacer Alonso? Ahora es cuando me entra la risa y es que no tengo ni idea. Hace tres años lo tenía seguro, "creo y quiero que Alonso se vaya a McLaren", pero ahora entran más factores, mas opciones. Retirarse de la fórmula 1 para correr en otra categorías podría ser una de ellas, o no retirarse sino estar un año fuera y tener opción de volver al año siguiente, como ha hecho Jenson Button. Cambiar de equipo es lo que piden los aficionados aunque si lo analizamos, ¿a qué equipo se va a ir? Red Bull imposible, en Mercedes con Hamilton y en Ferrari con Vettel yo lo veo muy lejos, los Williams, los Renault, los Force India y los Haas van un paso por atrás y de Sauber no voy ni a hablar.


McLaren podría cambiar de motor visto la chapucería de Honda. ¿Pero qué van a motar? La opción más lógica sería Mercedes, pero este motor Mercedes lógicamente estará por debajo del nivel que tiene el equipo principal, que es Mercedes. Un día leí que Mercedes podría desaparecer como equipo y vincularse con McLaren como antiguamente siendo el equipo principal, pero esto no va a pasar. Otros motores... los Renault fallan, Ferrari es muy difícil. En las reuniones de los motoristas han acudido últimamente Aston Martin, Porche, Cosworth... Pero estos serían para dentro de tres años o cuatro.

Hay que ver cómo mejora Honda los próximos dos meses. Si tuviera que apostar por algo no lo haría con esto, pero yo creo que Alonso se va a quedar en McLaren. Igual mejora Honda o McLaren decide cambiar de motor, entonces Alonso se quedaría y yo espero que haga lo que haga no se vaya de la fórmula 1. No voy a tener tiempo para ver las carreras de 3/4 horas de la Indy Car.

 Me gustaría mucho que esto es lo que viesen todos los rivales de Alonso, el culo del McLaren. Seguiremos soñando por el The Power of Dreams.

martes, 27 de junio de 2017

Crónica de un muerto.


Íbamos en un barco, yo era el segundo de a bordo. El capitán era una persona muy experimentada y que sabía mucho sobre como manejar un barco y muchas situaciones, yo le tenia una gran admiración. La tripulación son buena gente, amigos míos y con los que me llevo muy bien. De repente una niebla espesa, oscuridad y una terrible tormenta, lloviendo y tronando y en el horizonte se ve un barco muy grande y poderoso, viene a por nosotros.
Nos ataca desde no sabemos donde y todo es un caos, muere el capitán y varios tripulantes. Yo hago de capitán entonces, pero no tengo el conocimiento, la sabiduría y la experiencia del capitán. Intento hacer un cambio de dirección, echar el ancha, hacer algo pero todo es inútil

Fuimos arrastrados al fondo del mar, el barco se desintegra, no teníamos problemas de respiración aunque cuesta. El mayor problema es que éramos unos pasajeros arrastrados por el agua hacia el fondo mientras los tiburones se cebaban con nosotros. El número de muertos entre los nuestros aumentaban, muchos los vi como flotando.
Los tiburones consiguen darme varias veces y morderme pero yo sigo aguantando. Son momentos de mucha confusión y mucho miedo, ver como se mueren tus compañeros mientras eres arrastrado hacia algún lado por el agua.
Llegamos a lo que se supone que era el barco que nos había atacado, hundido y la gran mayoría matado.

Fuimos cuatro los supervivientes de nuestro barco, yo en ausencia del capitán ejercí su puesto por ser el segundo. Busqué al capitán del barco donde nos encontrábamos, aunque seguíamos debajo del mar pero como si no lo estuviéramos. Recuerdo ver a un hombre con cicatrices, y preguntarle tú eres el capitán? Me respondió con algo que yo no entiendo, no porque no hablara nuestro idioma sino por que básicamente estaba medio sordo. Pero eres el capitán? Le pregunté dos veces más aunque no me entero de su respuesta, a la tercera se enfadó y yo le dije que es que no me entero mucho. Nos llevó a mí y a mis compañeros al capitán que estaba echándose una cerveza, aunque se estaba quejando porque estaba caliente. Yo le miraba con desprecio, había arrasado mi barco y matado a la mayoría de mis tripulantes, aunque me quería portar bien porque estábamos en su barco y podían hacernos ceniza cuando quisieran. Lo vi quejarse por la cerveza caliente y le dije "Eso no es nada, ya verás los problemas que tendrás" medio amenazándole pero sin embargo sonríe, como si le hubiera dicho una tontería, que en realidad lo era.

Recuerdo despertarme en un parque, pero era muy oscuro y frío, parecía otro mundo. ¿Dónde estaba el barco? ¿y ese capitán? ¿Donde estábamos nosotros, acompañados de otros cuantos infelices? Vemos a unas mujeres venir y la gente que me acompañaba sale corriendo, yo no, veo que una de ellas es ella, Endara, aunque tiene el pelo naranja y diferente cara, yo pensé que era ella, seguro, y me acerqué. Abrió la boca y dejó ver unos colmillos mas grandes que mis dedos, y yo no tardé en salir corriendo. Recuerdo ir por el barro, con un amigo aunque no era de mis tripulantes. Llegamos al kiosco del parque, donde había mas mujeres diabólicas con su hombre, yo salí corriendo y fui hacia ningún lugar.

Llegué a un sitio menos oscuro, hacía sol y eran campos de césped mojado donde había muchas pelotas de tenis. Yo me pongo a correr pengándole patadas, me divertía. Incluso en un momento pareció que volvía al kioso del parque donde había gente, alguna me sonaba verla en barco que nos hundió. También había mujeres, allí sentadas pero quietas como estatuas. Recuerdo darle a uno en la cabeza con una pelota, yo le dije lo siento, me respondió que no pasaba nada pero por qué le había dado? Le respondí que quería tirarla a otro lado pero que era malísimo y se me desvió, me dijo vale. Me sonrió y levantó la mano, como un saludo militar. Yo seguía pegándole patadas a las pelotas de tenis mientras corría a ningún lugar, a lo Forest Gump.

Dudo de la existencia de estos escritos y del hecho de haberlos escritos porque creo que estoy muerto.

Asocio este lugar con el cielo, porque aunque sin saber como, ni cuando me he muerto, la armonía, la paz, la tranquilidad y la luminosidad de aquel lugar era totalmente contraria al sitio de dónde venía, todo oscuro, atrapado y castigado por el capitán del barco que nos atacó, en un mundo de dónde solo pude escapar con la muerte.

lunes, 17 de abril de 2017

"Ven a por tus sueños".

Un buen día y como otro cualquiera el Sol nacía, en el horizonte montañoso aparecía para dar luz y claridad al amarillo otoñal del campo. Tras varios días en la oscuridad debido a la sabia naturaleza de tormentas creadora, truenos y relámpagos que reflejaron la maldad, volvió el frío amanecer despejado. Los habitantes de la pequeña aldea de Luhztenia agradecieron la armonía de los pájaros cantar, una armonía insuperable que ellos tenían la suerte de disfrutar en aquella solitaria montaña. Y sin saber cómo ni por qué, de un golpe de viento la neblina se levantó, de la nada emergía una enorme fábrica que antes ni existía. "Ven a por tus sueños" en la puerta ponía, cerrada con llaves, candados y cadenas al día siguiente se abría para ofrecer sus servicios endiablados al poblado inocente de Luhztenia.

La Fábrica de Sueños en marcha se ponía, trabajadores simpáticos atendían a los clientes llevados por su su curiosidad. De sus grandes chimeneas nubes salían, blancas, rojas, amarillas, verdes, azules o de rayillas.

Por una económica suma de dinero, sueños en cajas y un saco de felicidad te llevabas, no es un mal negocio pues funciona de verdad. Los niños se entretenían cogiendo las nubes amarillas, los adultos se dormían felices y contentos por tener sueños cumpliéndose. La fábrica creó un extraño ambiente, ciudadanos cegados por los sueños, la pequeña aldea de Luhztenia se encontraba encerrada en un cúmulo de falso amor, falsa felicidad y falsa ilusión.

El pequeño niño Eduardo hacia la fábrica corría para recoger su sueño. Se dio cuenta de este demoníaco ambiente, y la mente mágica de niño hacía que lo asociara con un pueblo de marionetas. Sin embargo, fue su sueño el que nunca se cumpliría...
 A la fábrica volvería donde su recibimiento al inicio fue positivo, con toda la amabilidad y simpatía que transmitían los trabajadores que allí a los clientes atendían. "Vine a por mi sueño y mi sueño no se ha cumplido".

A pesar de la permanente sonrisa, amabilidad y simpatía de aquellos señores tan curiosos, no pudieron hacer nada para ayudar a Eduardo, no pudieron hacer nada para que el sueño inocente de aquel niño se cumpliera, no pudieron hacer que todo volviera a la normalidad de antes, la normalidad transparente que había en un tiempo donde esa fábrica no existía.

Al día siguiente volvería la oscuridad, la maldad de los relámpagos y los truenos violentos de la tormenta, el relajante sonido del líquido elemento cayendo del cielo negro. Tras varios días así y como otro día cualquiera el sol volvía a su nacimiento desde el horizonte amarillo anaranjado y montañoso, pero ya no había armonía, los pájaros no cantaban igual, el viento no soplaba de la misma manera. A pesar de la luz y claridad que proporcionaba la estrella de tamaño medio más cercana a este planeta, la pequeña aldea de Luhztenia permanecía en un permanente oscuro ambiente. La fábrica de sueños ya no estaba, se había ido con la ilusión y los sueños de los aldeanos, el pequeño Eduardo estuvo condenado a ver la lenta destrucción de un pueblo que perdió el alma en aquella diabólica fábrica, el pequeño Eduardo que nunca tuvo su sueño cumplido por parte de aquella empresa, que como vino se fue con el mayor botín que podía llevar. La fábrica de sueños robó las almas, la felicidad y la ilusión a sus habitantes. En sus memorias quedarán oculto el recuerdo de la caja colorida procedente de aquella fábrica, el rótulo en la puerta que ponía "ven a por tus sueños" y el producto maldito que contenía la caja, sus propios sueños.

domingo, 19 de febrero de 2017

El día que formé parte del equipo campeón.

Me habían llamado para asistir a la última carrera de fórmula 1, pero no como invitado sino como parte del equipo campeón, el equipo Mercedes. Me encontraba en la puerta del circuito, esperando a que me dejaran entrar. Vestía mi flamante mono ignífugo blanco de Mercedes como el de los pilotos. Me acompañaba una persona que conocía pero que nunca había llegado a ser su amigo llamado Andrés, que iba con Ferrari y con el mono rojo de esa escudería. A diferencia de mí que iba con una ilusión, unas ganas y una alegría indescriptible, él iba serio. Yo le decía, tocándome el escudo de Mercedes que llevaba en el pecho: ¿Quiénes son los Campeones? Ferrari se ha vuelto sólo un escudo, un color, un pasado lleno de triunfos y un presente negro. Yo, a pesar de ser ahora de McLaren porque es dónde está Alonso y es mi piloto favorito, el único campeón español, por encima de eso soy de fórmula 1 e iba a disfrutar estuviera en el equipo que estuviera. Tuve la suerte de estar en el equipo campeón, que casualidad.

Al entrar en el circuito tenía más pinta de estadio de fútbol que de un circuito de fórmula 1, nunca he estado en un circuito pero sí en un estadio de fútbol, en el Santiago Bernabéu. Esto fue un pequeño lapsus de mi cerebro. No encontraba a mis compañeros de equipo por lo que decidí sentarme con otra gente en lo que serían los banquillos. A pesar de que yo estaba allí de relleno, había mucha gente a la que no conocía y sin embargo me apoyaban. Veo venir a mi viejo amigo Juan Miguel, lo conozco de toda la vida. Él llevaba el chándal del Granada, estamos un rato hablando…

Toto Wolf
Estaba la sobrina de Toto, Toto Wolff es el director del equipo Mercedes. Su sobrina, de mi edad, alta y muy guapa me pregunta con un tono cariñoso y de sorpresa, como si me conociese desde hace tiempo, pero yo no la conocía: “¿qué haces aquí?”. Yo le respondo que Mercedes necesitaba ingenieros y me habían llamado. Con esa respuesta le saco una sonrisa y se va. Yo no era ingeniero, ni mecánico… pero me gustaba llevar ese mono del equipo, aunque sea blanco grisáceo de Mercedes.

Esa sensación de estar en el centro, yo no era famoso, la gente no iba a verme a mí, pero yo estaba donde nadie podía estar. Esa sensación de campeones y orgullo hacía ese equipo, más la admiración y el miedo de la comunicación. Allí se habla inglés, un equipo alemán que reúne a gente de todo el mundo, y yo no sé inglés. “Si me preguntan algo respondo por gestos” iba pensando.
Pilotos de Mercedes, Rosberg y Hamilton.

Una mujer se acercaba a mí, hablé con ella e igual que con la sobrina de Toto, no la conocía pero ella parecía que si me conocía a mí. Me dijo que allí iba a estar sólo, que ella tenía una amiga de mi edad que había ido y si quería que la llamase. A partir de ese momento es una sucesión de imágenes casi sin sentido cronológico ni lógico. Recuerdo ir enganchado a un cinturón de seguridad de los coches haciendo como de correa para que no me escapara de allí, como los perros.

Recuerdo ver a Lorena rodeada de gente y contando su experiencia, había cantado días antes con alguien famoso. Yo quería verla y que me lo contara a mí, le pregunto que con quién había cantado. Yo estaba pensando en alguno tipo Pablo Alborán, pero me responde Sabaton para mi sorpresa. Sabaton es un grupo de Power Metal muy ligado a la temática bélica, le gusta mucho a mi hermano y a mí todo lo que sea power metal me gusta. A raíz de esta experiencia y de la buena actuación de Lorena, se iba a convertir en una estrella del Rock. Pero yo no tenía nada que envidiarle puesto que yo pertenecía al equipo campeón mundial de la fórmula 1.

Lo demás son idas y venidas, dar muchas vueltas esperando a la amiga de aquella mujer que a pesar de haberla llamado nunca apareció. Tampoco llegué a ver un coche de Fórmula 1, ni el ambiente propio de ese deporte, pero la gente estaba allí y me apoyaba en lo que estaba haciendo aunque no fuera nada. No quería despertarme de aquel sueño, el día que formé parte de Mercedes, el equipo campeón.


miércoles, 25 de enero de 2017

El desconocido de Canigó. (Primera Parte)

Nos remontamos al año 1951, al pie del Canigó, dónde Jaime Bordas, ex meteorólogo, regentaba un hotel conocido como Hotel De L'isard. Fue a comienzo del verano de dicho año cuando un día, mientras descansaba en el patio del hotel, por la puerta de la terraza que daba al lado de la montaña hizo su aparición un extraño individuo que se detuvo en la entrada. "Bonjour", dijo el desconocido, y Jaime le devolvió el saludo maquinalmente y le observó. Era un hombre muy alto, de casi dos metros, un andar pausado y un físico que no correspondía con su extraña voz de timbre claro. A Jaime le llamó la atención su manera de vestir, unos pantalones ajustadísimos de un color indefinible con tonos azules, pretrolíferos y grisáceos,  que resaltaba toda la musculatura de sus piernas, largas y perfectas, como una estatua griega. Llevaba un blusón, no tan ajustado como los pantalones pero marcando su figura, que se cerraba en las muñecas. Tenía unas manos bellas, muy afeminadas, blancas, finas, sin vello ni venas que le destacaran. A pesar de ser estrecho de cintura tenía un cuerpo atlético, era ancho de hombros y no aparentaba tener ni un gramo de grasa. Piel blanca, pelo rubio hasta los hombros, cara alargada, boca perfecta y ojos azules muy limpios llenos de vitalidad y propios de una mujer muy bella. Cada vez que miraba Jaime al desconocido se sentía intimidado mientras él miraba respetuoso. Hablaba, sin gesticular, un francés puro, y aparentaba tener entre 30 y 35 años.

- Quisiera pedirle un favor.
- Siéntese - Le invitó Jaime con amabilidad.
- Espero de su amabilidad que me facilite cada día, a esta hora, un par de botellas de leche у pan. No tengo documentos ni dinero —aclaró—. Además, he de procurar que me vean paseando por los alrededores de su casa lo menos posible. 

Jaime pensó que era algún perseguido, o un fugitivo político, y a pesar de que en ese hotel no se vendían esas cosas, Jaime accedió y el desconocido se lo agradeció. Al día siguiente, el desconocido puntual fue a recoger el pan y la leche, Jaime con curiosidad le preguntó su procedencia a lo que respondió "de arriba". 

Con el paso de los días, Jaime hablaba con el desconocido, en su intentos de saber su identidad el desconocido le dijo que estaba allí para una misión científica y que el macizo del Canigó es muy interesante para ella. También, y con toda la naturalidad, el desconocido empezaba a hablar sobre temas profundos de carácter social y Jaime lo asoció con la ideología comunista. Decía cosas como esta: << Existe un país que tan sólo es un embrión de lo que será el mundo del futuro. Es preciso desarraigar el egoísmo del hombre, totalmente. Ustedes creen que es algo congénita, pero no, no lo es. ignora que en el planeta Tierra existe un animal, hoy en proceso evolutivo que andando el tiempo le sustituirá. Sus hijos verán el final de las religiones. >> Jaime lo escuchaba con curiosidad. 

A los 4 días se hicieron un par de fotos, reveladas días posteriores a la marcha del desconocido, los fotogramas correspondientes salían totalmente transparentes, mientras el resto de la película salieron bien, mostrando escenas familiares. 

Un día Jaime, apoderado de su curiosidad, comenzó a seguir los pasos del desconocido al salir del hotel. Subiendo cuestas que el desconocido subía sin esfuerzo, subía como una pluma, lo que a Jaime no le sorprendía. En mitad de la cuesta, al lado de un bosque espeso, le esperaba un ser de apariencia y trajes iguales, aunque más bajo de altura y con apariencia de mujer. Los dos compañeros seguían ascendiendo por el monte, introduciéndose en un pequeño bosque y se detuvieron en un claro, mientras Jaime se escondía entre las matas para no ser visto y sin perderles de vista a ellos. 

Continuará... 


Historia real.

jueves, 5 de enero de 2017

El mensaje de otros mundos.





Aquel día la fotografía era la de un despacho, el despacho más importante del mundo editorial en castellano, la gran editorial Planeta. Nunca nadie había llegado con un encargo tan extraño. Llega una persona de amplio bagaje intelectual, un historiador de la guerra civil española, el más reconocido e importante de parte del lado republicano. Llega con una historia que le ha pasado en primera persona, 253 folios y la obra más increíble jamás publicada. "Si publicamos esto hundes tu carrera de tantos años" decían, Eduardo Pons Prades respondía, dando un manotazo en la mesa: "Pero lo que hay aquí es más importante que mi carrera". Un libro, hoy inencontrable, de título, "El Mensaje de Otros Mundos", autor Pons Prades, año 1982, tenía en su portada azulada las letras con el contenido del libro: "El testimonio excepcional de una experiencia única. Siete horas a bordo de una nave espacial extraterrestre".

Con esta introducción, un día como hoy hace ya 4 años, la noche mágica de reyes, escuchaba yo bajo la oscuridad de mi cuarto, a las 1 y media de la madrugada, aquel programa de radio que jamás olvidaría, un "regalo" misterioso que quiso hacer Iker Jiménez, acompañado del gran Javier Sierra contando el caso más increíble  y que más me ha impresionado, una historia única y mítica. Siete horas a bordo de una nave espacial extraterrestre.

Eduardo Pons Prades antes de publicar este ejemplar publicó uno llamado, "Las guerrillas españolas 1936-1960". Para escribir este libro, Pons Prades tuvo que recorrer más de 20.000 km, entrevistado a más de 3.000 personas y visitando 742 pequeños pueblos dónde en algunos de ellos pasó verdadero terror. Eduardo Pons Prades fue el más reconocido de la historia de la república, un pasado ligado a la guerra y al sufrimiento, fue sargento mayor de ametralladoras... Empieza a publicar textos que años atrás eran prohibidos, y un hombre ultra racionalista, materialista y escéptico. Criticaba a la religión y todo lo que tenía que ver con creencias con lo trascendente debido a su educación. Fue criticado por escribir lo que escribía, él no accedía a documentos históricos para hacer un libro, preguntaba a las víctimas, a los que sufrieron lo que le hacía tener un perfil de escritor único. Escribió también sobre los represaliados republicanos y un sin fin de cosas relacionadas con aquellos sucesos históricos. El hijo del materialismo absoluto que un día se encontró con lo imposible.

Rafael Borrás, en aquel despacho de la editorial más importante de España, se quedó perplejo a ver que el historiador prestigioso como era Eduardo Pons Prades, contando una historia de ovnis, extraterrestres y un mensaje de otros mundos, y a pesar de que no se atrevía a hacerle el contrato, al final decidieron publicarlo. Siguió publicando otros libros hasta su muerte en 2007, pero a este libro, El Mensaje de Otros Mundos, le invadió el silencio.

Contaba Eduardo Pons Prades en su libro, El Mensaje de Otros Mundos que bajando de Francia, en plena noche, por alguna razón que él nunca supo explicar se desvió de su trayecto, se metió en una carrera secundaria y en una curva tuerce por un camino forestal donde el coche se le para. Sale del coche, da una vuelta y vuelve. Se encontraba en un bosque, al otro lado de unos árboles había un claro dónde algo se ilumina. Algo le espera, él no tiene miedo por su educación sino que tiene curiosidad y va a ver aquello. Observa una especie de vehículo, una nave espacial iluminada, se abre una rampa, al final de ella se ve a un ser y escucha "No temas, sube a nuestra nave, queremos hablar contigo". Él, con toda la naturalidad del mundo sube, y empieza a observar aquello. Grandes pantallas, cosas que parecen los modernos ipad. Dentro había otros 6 seres y empiezan a conversar. Había sido elegido para mandar un mensaje y le colocan una especie de casco donde le iban a proyectar imágenes. En ello, comienza una conversación, un diálogo sobre cosas sociales, cómo son las familias, otros planetas... no hay preguntas científicas como los sistemas de propulsión de la nave.

El mensaje que tenía que dar Eduardo Pons Prades a la humanidad, si perseveran en enviar naves humanas al espacio con fines armamentísticos ellos tendrían que actuar, nunca habían visto algo parecido en ningún otro planeta de los que ellos controlan, nadie manda armas de destrucción masiva al espacio. Podrían incluso, en palabras textuales, congelar la vida en la Tierra.

"¿Volveremos a vernos?" preguntó Eduardo con gran lástima después de haberse sido negada la posibilidad de llevarle con ellos en aquella nave. "Es muy posible" contestaron ellos. Sin embargo nunca volvió a verlos. Pons Prades, al día siguiente fue a ver al psiquiatra. En su apta, el psiquiatra puso que no había ningún problema mental, pero sí un fuerte schock emocional. Volvió al lugar del encuentro, todos los años con cierta pena, y nostalgia. Estás cavando tu propia tumba, dijeron en la editorial, pero aquello era más importante. Hasta el último día de su muerte mantuvo que aquello lo vivió de verdad, no era una novela ni un cuento, fue algo que le pasó a él en primera persona.

El libro publicado en 1982, meses después del encuentro, tuvo tan sólo una edición y se forzó a no volver a publicarlo más. Siguió publicando libros, el último, españoles en los campos de concentración, es una maravilla de libro, con casi 80 años que un hombre escriba de esa manera no es algo que lo haga alguien que no está bien.

Un día como hoy, hace ya 4 años, lo contaba Iker Jiménez y Javier Sierra, aquel regalo que quisieron dar, el eterno milenio 3, la magia de la radio y la magia del día de reyes. Un caso único como ninguno, impresionante. Está escrito, nadie sabe lo que le pasó aquel día a un hombre, que no era joven, en el año 1981, Eduardo Pons Prades tenía 60 años. Ningún abducido había tenido un perfil como este, el historiador escéptico. Un caso curioso, impresionante y nunca visto. Yo he contado la verdad, el contenido de ese libro, la historia de su autor. Y lo que cuenta Eduardo Pons Prades en este libro parece pura fantasía, pero mantuvo hasta el último de sus días que eso lo vivió él. Sean verdaderos extraterrestres o no, lo que acabo de relatar como he podido no deja de ser algo impresionante, y real, porque es real que Pons Prades llegó al despacho de la editorial planeta donde ya había publicado varios libros, lo cuenta el propio Rafael Borrás que era alguien que sabía mucho de libros, encargado de su publicación, el hombre que le dijo aquello de "Si publicamos esto hundes tu carrera".


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lunes, 2 de enero de 2017

La historia de Thierry Sabine, el padre del Dakar.

El Volkswagen Touareg del 2006, esos colores azules y verlo por encima de las dunas era la imagen que yo tenía del Rally Dakar, algo que siempre me ha llamado la atención, Carlos Sainz y una carrera por el desierto.

El bicampeón del mundo de Rally entraría ese año a competir en el Rally más peligroso del mundo, dos años después de retirarse del mundial. 37 años después de su primera carrera y a sus 54 años, Carlos Sainz sigue compitiendo por el desierto,
donde ya ganó en 2010 con Volkswagen, esta vez y desde el año pasado con Peugeot. El mejor piloto de Rally español de la historia sin duda.

Pero hoy no vengo a hablar sobre Carlos Sainz, gran piloto y gran persona. Esta mañana ha comenzado el Dakar, este rally , como todos sabemos, es una prestigiosa carrera, actualmente por tierras americanas pero que antiguamente iba desde París hasta Dakar. Una peligrosa carrera por el desierto que todos los años hay algún muerto. La historia del origen de esta competición es lo que nadie sabe y nunca se cuenta y yo hoy la voy a intentar contar lo mejor que pueda.

Thierry Sabine era un piloto de motocicletas, también conocido en las 24 horas de Le Mans. Competía en 1978 en un conocido rally llamado Costa de Marfíl dónde se desvió de ruta y se perdió. La moto, una Yamaha, se había quedado sin gasolina y no tenía ni comida ni agua. Perdido en la inmensidad del desierto se promete a él mismo que si sale vivo de aquella organizaría una competición. una carrera por el desierto. Pero no ve otra salida y Thierry Sabine decide hacer el suicidio tuareg que consiste en poner la nuca al sol y esperar un trágico destino. En ese momento pasa una avioneta, un amigo suyo, que después ayudaría a organizar esta competición, sin embargo en ese momento no puede parar a recogerle pero le tira agua y algo más para poco después volver a recogerlo. Estaba salvado.

Sabine vio volver a su amigo con su avioneta, le hacía señales con las manos, pero su amigo tenía un problema y lo veía a él, como si se hubiese vuelto invisible y dónde antes estaba ya no se encontraba. Sabine se empezó a agobiar cuando veía que no baja a por él y su amigo en la avioneta también sabiendo que si no le encontraba Sabine moriría allí. Cuando empezaba la avioneta a quedarse sin combustible, en el cielo observó una cruz gigante

que iba en dirección contraría a la que él llevaba con la avioneta y decidió seguirla. La cruz le llevó a donde se encontraba su amigo que pudo ser rescatado de aquel lugar.

Más allá de milagros religiosos, aquella cruz le salvó la vida a Sabine, un signo, una señal del cielo. Este señor, cumpliendo su promesa organizó aquella competición, Paris-Dakar hoy en día solo Dakar. Sabine siempre tuvo gran afición por el desierto, fue algo que siempre le atrajo y siempre estuvo ligado a él. A pesar de haber salvado la vida aquel día, 1978, una duna le quitó la vida en pleno desierto en 1986, con 38 años. Y es que siempre confesó que si pudiera elegir el sitio donde morir sería en el desierto. En algún lugar del desierto de Malí, supervisando el Rally que había creado desde un helicóptero hubo una tormenta de arena. El piloto dada la nula visibilidad de aquella situación siguió los faros de un coche, pero no pudo ver la duna que el coche estaba subiendo y el aparato se estrelló.

Mi pequeño recuerdo a Thierry Sabine, poco conocido como su curiosa historia. El padre de esta hermosa y prestigiosa competición.