Alfonso Del Olmo. Con la tecnología de Blogger.

miércoles, 25 de enero de 2017

El desconocido de Canigó. (Primera Parte)

Nos remontamos al año 1951, al pie del Canigó, dónde Jaime Bordas, ex meteorólogo, regentaba un hotel conocido como Hotel De L'isard. Fue a comienzo del verano de dicho año cuando un día, mientras descansaba en el patio del hotel, por la puerta de la terraza que daba al lado de la montaña hizo su aparición un extraño individuo que se detuvo en la entrada. "Bonjour", dijo el desconocido, y Jaime le devolvió el saludo maquinalmente y le observó. Era un hombre muy alto, de casi dos metros, un andar pausado y un físico que no correspondía con su extraña voz de timbre claro. A Jaime le llamó la atención su manera de vestir, unos pantalones ajustadísimos de un color indefinible con tonos azules, pretrolíferos y grisáceos,  que resaltaba toda la musculatura de sus piernas, largas y perfectas, como una estatua griega. Llevaba un blusón, no tan ajustado como los pantalones pero marcando su figura, que se cerraba en las muñecas. Tenía unas manos bellas, muy afeminadas, blancas, finas, sin vello ni venas que le destacaran. A pesar de ser estrecho de cintura tenía un cuerpo atlético, era ancho de hombros y no aparentaba tener ni un gramo de grasa. Piel blanca, pelo rubio hasta los hombros, cara alargada, boca perfecta y ojos azules muy limpios llenos de vitalidad y propios de una mujer muy bella. Cada vez que miraba Jaime al desconocido se sentía intimidado mientras él miraba respetuoso. Hablaba, sin gesticular, un francés puro, y aparentaba tener entre 30 y 35 años.

- Quisiera pedirle un favor.
- Siéntese - Le invitó Jaime con amabilidad.
- Espero de su amabilidad que me facilite cada día, a esta hora, un par de botellas de leche у pan. No tengo documentos ni dinero —aclaró—. Además, he de procurar que me vean paseando por los alrededores de su casa lo menos posible. 

Jaime pensó que era algún perseguido, o un fugitivo político, y a pesar de que en ese hotel no se vendían esas cosas, Jaime accedió y el desconocido se lo agradeció. Al día siguiente, el desconocido puntual fue a recoger el pan y la leche, Jaime con curiosidad le preguntó su procedencia a lo que respondió "de arriba". 

Con el paso de los días, Jaime hablaba con el desconocido, en su intentos de saber su identidad el desconocido le dijo que estaba allí para una misión científica y que el macizo del Canigó es muy interesante para ella. También, y con toda la naturalidad, el desconocido empezaba a hablar sobre temas profundos de carácter social y Jaime lo asoció con la ideología comunista. Decía cosas como esta: << Existe un país que tan sólo es un embrión de lo que será el mundo del futuro. Es preciso desarraigar el egoísmo del hombre, totalmente. Ustedes creen que es algo congénita, pero no, no lo es. ignora que en el planeta Tierra existe un animal, hoy en proceso evolutivo que andando el tiempo le sustituirá. Sus hijos verán el final de las religiones. >> Jaime lo escuchaba con curiosidad. 

A los 4 días se hicieron un par de fotos, reveladas días posteriores a la marcha del desconocido, los fotogramas correspondientes salían totalmente transparentes, mientras el resto de la película salieron bien, mostrando escenas familiares. 

Un día Jaime, apoderado de su curiosidad, comenzó a seguir los pasos del desconocido al salir del hotel. Subiendo cuestas que el desconocido subía sin esfuerzo, subía como una pluma, lo que a Jaime no le sorprendía. En mitad de la cuesta, al lado de un bosque espeso, le esperaba un ser de apariencia y trajes iguales, aunque más bajo de altura y con apariencia de mujer. Los dos compañeros seguían ascendiendo por el monte, introduciéndose en un pequeño bosque y se detuvieron en un claro, mientras Jaime se escondía entre las matas para no ser visto y sin perderles de vista a ellos. 

Continuará... 


Historia real.

jueves, 5 de enero de 2017

El mensaje de otros mundos.





Aquel día la fotografía era la de un despacho, el despacho más importante del mundo editorial en castellano, la gran editorial Planeta. Nunca nadie había llegado con un encargo tan extraño. Llega una persona de amplio bagaje intelectual, un historiador de la guerra civil española, el más reconocido e importante de parte del lado republicano. Llega con una historia que le ha pasado en primera persona, 253 folios y la obra más increíble jamás publicada. "Si publicamos esto hundes tu carrera de tantos años" decían, Eduardo Pons Prades respondía, dando un manotazo en la mesa: "Pero lo que hay aquí es más importante que mi carrera". Un libro, hoy inencontrable, de título, "El Mensaje de Otros Mundos", autor Pons Prades, año 1982, tenía en su portada azulada las letras con el contenido del libro: "El testimonio excepcional de una experiencia única. Siete horas a bordo de una nave espacial extraterrestre".

Con esta introducción, un día como hoy hace ya 4 años, la noche mágica de reyes, escuchaba yo bajo la oscuridad de mi cuarto, a las 1 y media de la madrugada, aquel programa de radio que jamás olvidaría, un "regalo" misterioso que quiso hacer Iker Jiménez, acompañado del gran Javier Sierra contando el caso más increíble  y que más me ha impresionado, una historia única y mítica. Siete horas a bordo de una nave espacial extraterrestre.

Eduardo Pons Prades antes de publicar este ejemplar publicó uno llamado, "Las guerrillas españolas 1936-1960". Para escribir este libro, Pons Prades tuvo que recorrer más de 20.000 km, entrevistado a más de 3.000 personas y visitando 742 pequeños pueblos dónde en algunos de ellos pasó verdadero terror. Eduardo Pons Prades fue el más reconocido de la historia de la república, un pasado ligado a la guerra y al sufrimiento, fue sargento mayor de ametralladoras... Empieza a publicar textos que años atrás eran prohibidos, y un hombre ultra racionalista, materialista y escéptico. Criticaba a la religión y todo lo que tenía que ver con creencias con lo trascendente debido a su educación. Fue criticado por escribir lo que escribía, él no accedía a documentos históricos para hacer un libro, preguntaba a las víctimas, a los que sufrieron lo que le hacía tener un perfil de escritor único. Escribió también sobre los represaliados republicanos y un sin fin de cosas relacionadas con aquellos sucesos históricos. El hijo del materialismo absoluto que un día se encontró con lo imposible.

Rafael Borrás, en aquel despacho de la editorial más importante de España, se quedó perplejo a ver que el historiador prestigioso como era Eduardo Pons Prades, contando una historia de ovnis, extraterrestres y un mensaje de otros mundos, y a pesar de que no se atrevía a hacerle el contrato, al final decidieron publicarlo. Siguió publicando otros libros hasta su muerte en 2007, pero a este libro, El Mensaje de Otros Mundos, le invadió el silencio.

Contaba Eduardo Pons Prades en su libro, El Mensaje de Otros Mundos que bajando de Francia, en plena noche, por alguna razón que él nunca supo explicar se desvió de su trayecto, se metió en una carrera secundaria y en una curva tuerce por un camino forestal donde el coche se le para. Sale del coche, da una vuelta y vuelve. Se encontraba en un bosque, al otro lado de unos árboles había un claro dónde algo se ilumina. Algo le espera, él no tiene miedo por su educación sino que tiene curiosidad y va a ver aquello. Observa una especie de vehículo, una nave espacial iluminada, se abre una rampa, al final de ella se ve a un ser y escucha "No temas, sube a nuestra nave, queremos hablar contigo". Él, con toda la naturalidad del mundo sube, y empieza a observar aquello. Grandes pantallas, cosas que parecen los modernos ipad. Dentro había otros 6 seres y empiezan a conversar. Había sido elegido para mandar un mensaje y le colocan una especie de casco donde le iban a proyectar imágenes. En ello, comienza una conversación, un diálogo sobre cosas sociales, cómo son las familias, otros planetas... no hay preguntas científicas como los sistemas de propulsión de la nave.

El mensaje que tenía que dar Eduardo Pons Prades a la humanidad, si perseveran en enviar naves humanas al espacio con fines armamentísticos ellos tendrían que actuar, nunca habían visto algo parecido en ningún otro planeta de los que ellos controlan, nadie manda armas de destrucción masiva al espacio. Podrían incluso, en palabras textuales, congelar la vida en la Tierra.

"¿Volveremos a vernos?" preguntó Eduardo con gran lástima después de haberse sido negada la posibilidad de llevarle con ellos en aquella nave. "Es muy posible" contestaron ellos. Sin embargo nunca volvió a verlos. Pons Prades, al día siguiente fue a ver al psiquiatra. En su apta, el psiquiatra puso que no había ningún problema mental, pero sí un fuerte schock emocional. Volvió al lugar del encuentro, todos los años con cierta pena, y nostalgia. Estás cavando tu propia tumba, dijeron en la editorial, pero aquello era más importante. Hasta el último día de su muerte mantuvo que aquello lo vivió de verdad, no era una novela ni un cuento, fue algo que le pasó a él en primera persona.

El libro publicado en 1982, meses después del encuentro, tuvo tan sólo una edición y se forzó a no volver a publicarlo más. Siguió publicando libros, el último, españoles en los campos de concentración, es una maravilla de libro, con casi 80 años que un hombre escriba de esa manera no es algo que lo haga alguien que no está bien.

Un día como hoy, hace ya 4 años, lo contaba Iker Jiménez y Javier Sierra, aquel regalo que quisieron dar, el eterno milenio 3, la magia de la radio y la magia del día de reyes. Un caso único como ninguno, impresionante. Está escrito, nadie sabe lo que le pasó aquel día a un hombre, que no era joven, en el año 1981, Eduardo Pons Prades tenía 60 años. Ningún abducido había tenido un perfil como este, el historiador escéptico. Un caso curioso, impresionante y nunca visto. Yo he contado la verdad, el contenido de ese libro, la historia de su autor. Y lo que cuenta Eduardo Pons Prades en este libro parece pura fantasía, pero mantuvo hasta el último de sus días que eso lo vivió él. Sean verdaderos extraterrestres o no, lo que acabo de relatar como he podido no deja de ser algo impresionante, y real, porque es real que Pons Prades llegó al despacho de la editorial planeta donde ya había publicado varios libros, lo cuenta el propio Rafael Borrás que era alguien que sabía mucho de libros, encargado de su publicación, el hombre que le dijo aquello de "Si publicamos esto hundes tu carrera".


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lunes, 2 de enero de 2017

La historia de Thierry Sabine, el padre del Dakar.

El Volkswagen Touareg del 2006, esos colores azules y verlo por encima de las dunas era la imagen que yo tenía del Rally Dakar, algo que siempre me ha llamado la atención, Carlos Sainz y una carrera por el desierto.

El bicampeón del mundo de Rally entraría ese año a competir en el Rally más peligroso del mundo, dos años después de retirarse del mundial. 37 años después de su primera carrera y a sus 54 años, Carlos Sainz sigue compitiendo por el desierto,
donde ya ganó en 2010 con Volkswagen, esta vez y desde el año pasado con Peugeot. El mejor piloto de Rally español de la historia sin duda.

Pero hoy no vengo a hablar sobre Carlos Sainz, gran piloto y gran persona. Esta mañana ha comenzado el Dakar, este rally , como todos sabemos, es una prestigiosa carrera, actualmente por tierras americanas pero que antiguamente iba desde París hasta Dakar. Una peligrosa carrera por el desierto que todos los años hay algún muerto. La historia del origen de esta competición es lo que nadie sabe y nunca se cuenta y yo hoy la voy a intentar contar lo mejor que pueda.

Thierry Sabine era un piloto de motocicletas, también conocido en las 24 horas de Le Mans. Competía en 1978 en un conocido rally llamado Costa de Marfíl dónde se desvió de ruta y se perdió. La moto, una Yamaha, se había quedado sin gasolina y no tenía ni comida ni agua. Perdido en la inmensidad del desierto se promete a él mismo que si sale vivo de aquella organizaría una competición. una carrera por el desierto. Pero no ve otra salida y Thierry Sabine decide hacer el suicidio tuareg que consiste en poner la nuca al sol y esperar un trágico destino. En ese momento pasa una avioneta, un amigo suyo, que después ayudaría a organizar esta competición, sin embargo en ese momento no puede parar a recogerle pero le tira agua y algo más para poco después volver a recogerlo. Estaba salvado.

Sabine vio volver a su amigo con su avioneta, le hacía señales con las manos, pero su amigo tenía un problema y lo veía a él, como si se hubiese vuelto invisible y dónde antes estaba ya no se encontraba. Sabine se empezó a agobiar cuando veía que no baja a por él y su amigo en la avioneta también sabiendo que si no le encontraba Sabine moriría allí. Cuando empezaba la avioneta a quedarse sin combustible, en el cielo observó una cruz gigante

que iba en dirección contraría a la que él llevaba con la avioneta y decidió seguirla. La cruz le llevó a donde se encontraba su amigo que pudo ser rescatado de aquel lugar.

Más allá de milagros religiosos, aquella cruz le salvó la vida a Sabine, un signo, una señal del cielo. Este señor, cumpliendo su promesa organizó aquella competición, Paris-Dakar hoy en día solo Dakar. Sabine siempre tuvo gran afición por el desierto, fue algo que siempre le atrajo y siempre estuvo ligado a él. A pesar de haber salvado la vida aquel día, 1978, una duna le quitó la vida en pleno desierto en 1986, con 38 años. Y es que siempre confesó que si pudiera elegir el sitio donde morir sería en el desierto. En algún lugar del desierto de Malí, supervisando el Rally que había creado desde un helicóptero hubo una tormenta de arena. El piloto dada la nula visibilidad de aquella situación siguió los faros de un coche, pero no pudo ver la duna que el coche estaba subiendo y el aparato se estrelló.

Mi pequeño recuerdo a Thierry Sabine, poco conocido como su curiosa historia. El padre de esta hermosa y prestigiosa competición.